16 agosto, 2019

Nuestra Historia

Gustavo de Witte tenía 38 cuando instaló su primer negocio de elaboración de pastas frescas. Su experiencia no aportaba mucho, pero su tremenda fe en poder llevar adelante con éxito su nueva empresa, le decía que era posible tomando como base el trabajo y la dedicación.

Fue así que el 23 de diciembre de 1986, casi junto con la ilusión de miles de niños que esperaban a Papa Noel, Gustavo junto a dos amigos, Luis Crocitta, empleado de Segba, y Aníbal Díaz, empleado del camino del Buen Aire, inauguraban su nuevo y primer espacio comercial, cargados de ilusiones y proyectos. Por su parte Gustavo había trabajado en la fabrica Siam, y en la construcción realizando trabajos de carpintería metálica, pero ahora era todo muy distinto, lo importante era dedicarle lo mejor de sí, para eso contaba con algo que podía ayudar. El año anterior había viajado a la provincia de Córdoba, con toda su familia, creyendo que ese nuevo destino mejoraría la salud de su esposa Marta.

Instalados allá comienza a trabajar en el negocio del primo de su esposa, que era una fábrica de pastas frescas, ahí es donde conoce los secretos de la “buonna pasta”, mientras sus cabellos y manos se iban familiarizando con ese polvo blanco que todo lo invadía. Pasado ya un año de estadía en Córdoba, sus hijos no terminaban de adaptarse a la lejanía, y pasaban los días intercalando viajes a Bs. As. para encontrarse con parientes y amigos.

Fue así que armó nuevamente las valijas y regresó. Es entonces que alquila junto a sus socios el local donde actualmente se encuentra. Transcurridos los primeros 3 años, logra comprar las partes correspondientes a sus 2 socios y comienza la nueva etapa, junto a sus hijos Adrián, Marcelo y Luciana, y al oficial Jorge Vega y su hermano Leonardo, que lo venían acompañando desde los comienzos. Pero no era todo alegría, pues Marta ya no estaba, la vida la había abandonado muy temprano.

Los tres hijos se apegan a su padre y trabajan muy unidos, hasta conseguir en el año ’90, adquirir el local que hasta ese momento alquilaban. Esto les devuelve en parte la fuerza para continuar trabajando felices. Entre el año 92/93 viaja a E.E.U.U. y Australia y mientras Luciana se maravillaba con Disney World, Gustavo observaba el mundo moderno.

A su regreso “Tío Due” recibía nuevas ideas para mejorar el servicio, y poco a poco se fue modernizando hasta llegar a lo que es hoy, un comercio modelo en la elaboración de pastas frescas. Entre otras cosas cabe destacar el servicio de entrega a domicilio, teniendo habilitadas líneas rotativas para su mejor comunicación.

La calidad se destaca por la elaboración de productos frescos, no deshidratados y sin conservantes, algo así como las pastas que amasaba la abuela…